Celebrando los 45 Años en el 2001

Aquí se aprecia parte de las celebraciones y el último desfile de hace un par de semanas donde se ve a Marcos Fernández Dávila (segunda de derecha, al lado del amigo Rivera).

Hace poco, republicamos el repaso que Marcos escribió sobre la celebración de los 45 años en el 2001 de la Promoción 1956. (Se lo puede leer aqui; este ensayo, con fotos de esa época, también se puede encontrar como un documento tipo .pdf aqui en este sitio.)

Agradecemos a Marcos por relatar las celebraciones de este año. (Si desea, pueden leer este mismo artículo con fotos incluidas en este documento .pdf.)

Este año cumplimos cincuenta años de haber terminado la secundaria y no tengo palabras de agradecimiento por haber tenido el privilegio de haberlo hecho en el Colegio Guadalupe. Sí, porque en ese entonces la educación de Guadalupe era una de las mejores del país, lo que noté al año siguiente de salir del colegio y entrar a San Marcos, donde alterné con alumnos de todas las regiones del Perú, muchos de los cuales no era la primera vez que tentaban el ingreso a una universidad y más aún, gran parte había asistido a algún centro de preparación en las vacaciones, instituciones que en esos tiempo recién se estaban poniendo de moda.

Los profesores que teníamos eran un lujo y la mayoría tenía una calidad humana increíble, sin que esto signifique que fuese una cualidad exclusiva de los profesores de nuestro plantel. El 14 de noviembre era la fecha en que profesores y alumnos nos reuníamos para confraternizar y la relación profesoralumno hacía un paréntesis para dar paso a una relación fraternal en la que el respeto no se perdía, pero sí había bromas y un trato más amistoso que el resto del año.

El aniversario de Guadalupe era una fiesta y si al entrar a clases al comienzo de año esperábamos con ansias julio para defender el prestigio del colegio en el desfile escolar, pasado esto, esperábamos noviembre con las mismas ansias para celebrar nuestro aniversario. Estas celebraciones todavía perduran y ahora la Asociación Guadalupana se encarga de organizar los almuerzos de todas las promociones que se celebran en las fechas indicadas.

Todavía alternamos con el profesor Díaz, quien siempre tiene unos minutos para acercarse a nuestra mesa e intercambiar recuerdos y anécdotas con nosotros. En estas fechas también nos encontramos con compañeros que rara vez vemos, ya sea por nuestras propias ocupaciones o porque residen en el extranjero y vienen esporádicamente a nuestra patria.

Muchos de ellos, sin embargo, planean sus venidas al Perú para que estas coincidan con alguna de estas fechas. Lo mismo sucede con el 7 de diciembre, fecha que nuestra promoción escogió para celebrar nuestra fiesta del reencuentro y que veníamos celebrando con una cena bailable pero que últimamente se cambió a almuerzo bailable.

Este año, que cumplimos nuestras Bodas de Oro de haber salido de ese gran colegio, esperamos que todos hagamos un esfuerzo y nos decidamos celebrarlo a la altura que nosotros mismos merecemos por ser ex alumnos de Guadalupe y guadalupanos por siempre. Como dije en una nota similar a esta hace cinco años, seamos tolerantes y generosos con nosotros mismos y con nuestros compañeros de promoción y no dejemos que una fecha tan significativa como esta, pase inadvertida sin haberla celebrado como se merece para felicidad de todos.

Para hacer esta celebración grande, se necesita el apoyo de todos nosotros, porque no sólo es cuestión de nombrar una comisión, es necesario que todos pongamos el hombro y ayudemos a este grupo de compañeros que se está encargando de coordinar la celebración de nuestras Bodas de Oro de la mejor forma posible. Por esta razón se le pide a todos los compañeros que participen activamente en la organización de este evento, que por muy pequeña que sea su ayuda, será de gran apoyo para la comisión y que su trabajo sea coronado con éxito.

Como siempre, la promoción se está reuniendo en la Asociación Guadalupana los últimos sábados de cada mes. Es deseable que los que van a asistir le pasen la voz a otro compañero para que también sean partícipes de estas reuniones. Algunos compañeros, a pesar de haber tenido una participación muy activa en las actividades de la promoción, ahora brillan por su ausencia.

Sus razones tendrán, pero dada la importancia de las celebraciones que se nos avecinan, creo que el deseo de todos los compañeros de promoción es que estas razones, sea las que fueren, sean dejadas de lado y nos acompañen a celebrar de la mejor manera los cincuenta años de haber salido de las aulas que nos albergaron nada menos que cinco años.

Ese día debemos cantar más fuerte que nunca nuestra hermosa Marcha Guadalupana y darnos un abrazo, el más caluroso que nuestros brazos puedan dar, para sellar esta amistad que tiene más de cinco décadas, esperando que la podamos prolongar muchos años más.

También tenemos grandes deseos para que los amigos que residen en el extranjero, se den un tiempito y nos puedan regalar con una visita en esa fecha para celebrar en forma memorable nuestras Bodas de Oro. Parece que ha habido algunas promesas en ese sentido y es de esperar que el Señor nos ayude a que esto se haga realidad.

Debemos hacernos el propósito de que todos los compañeros se enteren de esta celebración, pues yo por ejemplo, sin que esto constituya una acusación a nadie, no me enteré de las celebraciones de las Bodas de Plata. Lo menciono sólo para que en esta oportunidad no se repita y todos, absolutamente todos, se enteren de estas fiestas y éstas no se vean empañadas ni por la más mínima falla.

Para conseguir esto, es necesario que todos nos comuniquemos con la mayor parte de amigos de la promoción y cada fin de mes les hagamos recordar que el almuerzo está a punto de realizarse y que es de suma importancia que contemos con la presencia del mayor número de miembros para contentar al resto de compañeros y asegurarnos de antemano el éxito de la empresa que nos hemos propuesto.

Convenzámonos y convenzamos a nuestros compañeros, que todo éxito sólo se alcanza con algo de sacrificio y si realmente queremos tener un gran éxito debemos sacrificar algo. Pensemos bien, un día al mes no es mucho pedir, sin embargo este pequeño sacrificio redundará en una gran recompensa para todos nosotros.

-Marcos Fernández Dávila, 2006